Hace poco tiempo atrás empezó a conmemarse un día especial en el año para los estudiantes J1, exclusivamente para jovenes quienes “son J1”. Entonces me pregunté ¿Soy una J1? o ¿Tengo una J1?
Hasta este momento J1 significaba para mi meramente un permiso de trabajo temporal que Estados Unidos brinda a estudiantes universitarios para que puedan trabajar en sus vacaciones de verano y que yo como estudiante podía obtener este privilegio. Es decir, era algo que se me daba pero por tiempo “definido”. Ahora bien ¿Realmente es por tiempo definido?
¡Yo creo que no! Cuando noté que se realiza un homenaje a quienes son J1, comprendí que esto es un privilegio mayor. Somos estudiantes con la capacidad de vivir una experiencia limitada en tiempo, pero inolvidable en nuestros corazones. Es tanto lo soñado y tanto lo vivido que el vencimiento de la vigencia del permiso no interrumpe ni hace ruido en el cúmulo de recuerdos celestiales que traemos en ese avión de regreso a casa.
Cada año no se celebra en Estados Unidos que tengas una J1, se te celebra a ti. A tu capacidad de arriesgarte, a tu esfuerzo, a tu confianza, tu inteligencia, tu valor y tu destreza. Ser J1 significa tener confianza en el futuro, no tener miedo a lo que pueda pasar, esperar y recibir finalmente lo mejor de lo mejor. Ser J1 es pertenecer a un grupo que lo entrega todo, que sueña en grande, trabaja en grande y recibe en grande.
¿Crees que tu que eso sea temporal? Me podrán poner una etiqueta de vencimiento en mi pasaporte, pero mi ser no puede despegarse de la experiencia que me ha hecho crecer como soñadora, profesional y como persona. Yo no tengo una J1, yo soy una J1.
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